Pero no siempre fueron buenos tiempos para la ecología en Isla de Lobos. La isla debe su nombre a la colonia de focas monje (conocidas como lobos marinos) que la habitaban. Estos animales han tenido muy mala suerte con el hombre. Primero fueron casi exterminados para aprovechar su grasa y su piel para seguidamente terminar de hacerlos desaparecer por ser considerados competencia directa de la pesca, ya que esta especie necesita consumir una gran cantidad diaria de pescado para sobrevivir.
El Cabildo de Fuerteventura ha estudiado la posibilidad de reintroducir la foca monje pero lo cierto es que aún no se ha dado ningún paso decisivo para que los ‘lobos’ vuelvan a Fuerteventura. Un asunto peliagudo por la oposición de los pescadores, la construcción incontrolada del litoral canario y el uso masivo de embarcaciones de recreo.
Isla de Lobos es la isla de la quietud porque no existen carreteras y el paso de vehículos a motor está prohibido. Quietud que solo se ve perturbada por los turistas que la visitan a diario.
Existen varias playas pero sólo está autorizado el baño en la Playa de La Concha y en la piscina natural de El Puertito.